[Steve Myers] “Operación Martillo de Medianoche”. Así lo llaman: un gran ataque contra las instalaciones nucleares de Irán, una medida preventiva para detener una creciente amenaza. Suena serio, porque lo es.

Pero esto no es solo un evento aislado. Forma parte de un patrón mucho más amplio.

Ahora mismo se escuchan informes de un cese al fuego tentativo.

Pero ya lo han visto antes: misiles vuelan, la tensión aumenta y luego los líderes mundiales intentan arreglarlo con acuerdos frágiles. Parece que el acuerdo fue quebrantado.

La Palabra de Dios habla directamente de esto: “Y curan la herida de mi pueblo con liviandad, diciendo: Paz, paz; y no hay paz.” (Jeremías 6:14).

Eso es lo que está sucediendo: una paz superficial. Parece buena por un momento, pero no puede curar la enfermedad espiritual más profunda que impulsa el conflicto.

Dios advirtió sobre esto a través de sus profetas: Isaías, Joel, Daniel y el mismo Jesús. Guerras, rumores de guerras, enfrentamientos entre naciones. Estos no son solo críticos asuntos políticos, sino señales espirituales.

Porque la verdadera batalla que estás presenciando no es solo política ni militar, sino espiritual. «No tenemos lucha contra sangre y carne…» (Efesios 6:12).

Hay fuerzas invisibles detrás de los titulares, y nos encaminamos hacia una crisis final.

Puede parecer abrumador. Pero hay buenas noticias: Dios no te ha dejado sin respuestas.

La Biblia no solo advierte, sino que explica y te muestra hacia dónde se dirige todo esto.

Puedes comprender lo que está sucediendo con guía de estudio «Usted puede entender la profecía bíblica» en iduai.org, conectando los eventos actuales con el plan maestro de Dios.

Porque Isaías 2:4 promete un futuro en el que las naciones ya no se adiestrarán para la guerra.

La paz se acerca. La paz verdadera, y solo Dios puede traerla.

Si aún no conoces su plan, ahora es el momento de hacerlo.

Así que no pierdas la esperanza. No dejes que el miedo te robe la fe.

Mantente enfocado en lo que Dios está haciendo tras bambalinas, porque su plan culmina en algo que ningún alto el fuego jamás podría lograr:

Paz duradera. Esperanza verdadera. Un futuro lleno de promesas.